jueves, 5 de marzo de 2009

TODOS SABEMOS LO QUE ES UNA MANDARINA

A continuación les transcribo mis notas para un estudio de Biblia con la Iglesia Cristiana de Colima. La idea es dar ideas sobre cómo conducir un estudio de Biblia en paz.

Las notas están incompletas. Hacen falta sus comentarios (que pueden enviar a mi correo electrónico).

Javier


1. Todos sabemos lo que es una mandarina y todos sabemos lo que es un estudio de Biblia. Pero si decimos que un estudio de Biblia es como una mandarina, creamos un elemento que no existía ni en la mandarina ni en el estudio de Biblia. Así funciona la literatura, y así funcionan las parábolas de la Biblia también. Sólo que la literatura explora la profundidad del hombre natural, mientras que la Biblia explora el espíritu del hombre con respecto a la profundidad del Espíritu de Dios.

2. En lo natural, una mandarina es una naranja. Tiene una cáscara o membrana o envoltura que la aísla y la protege. Nadie se come una mandarina con todo y cáscara, de manera que la cáscara también es un obstáculo en cuanto entran en juego las intenciones humanas. Ya sin cáscara, la mandarina está constituida por ‘gajos’ o secciones que a su vez están formados por cápsulas que contienen el jugo de la mandarina. Todos los gajos están protegidos por otra membrana o envoltura que es un aislamiento, protección u obstáculo menos difícil que el de la cáscara. Y en cada gajo hay una semilla que tiene destinos eternos insospechados.

3. En sentido figurado, dándole una significación que sin ser falsa no corresponde a la realidad, un estudio de Biblia es como una mandarina. Para llegar al jugo, que es la multiforme sabiduría de Dios, hay que quitar la cáscara (los obstáculos: flojera, timidez, estado de ánimo, falta de entendimiento de la lectura, falta de concentración, etc), y hay que quitar la membrana o envoltura de los gajos y hay que exprimir el jugo (leer la Biblia con un interés espiritual personal), o exprimir o comer los gajos con todo y envoltura, (leer la Biblia sin interés espiritual) según cada persona acostumbre.

4. El que dirige el estudio de Biblia es como el que pela la mandarina. Sabe por experiencia que todos los gajos son diferentes los unos de los otros, pero sabe que todos tienen jugo, que es la multiforme sabiduría de Dios. Un gajo no puede decirle a otro Tú no eres gajo, ni Tú no tienes jugo, ni Mi jugo es más dulce o Mi jugo es más abundante, porque todos son gajos de la misma mandarina y todos tienen jugo. También sabe por experiencia que hay gajos dulces, y gajos agrios, y gajos agridulces, pero que para el propósito del estudio, todos son gajos y todos tienen algún provecho. También sabe por experiencia que el aceite de la cáscara (la bendición de arriba) le perfuma la mano y esa es una bendición que no quiere perder. Luego, le saca jugo al gajo, con o sin envoltura, según su costumbre.

5. También hay un sentido espiritual. ¿Quién se perfuma las manos, quién le saca jugo al gajo, y quién se lo toma? En primera instancia, los participantes del estudio, pero en última instancia, Dios mismo y los principados y potestades en los lugares celestiales. Ef 3.10, 6.12, Cfr I Cor 11.10, Job 1.6-8 La iglesia cumple un propósito de Dios, el de ser instrumento de revelación de su multiforme sabiduría para beneficio de Dios mismo (el de ver el fruto de su obra en los corazones humanos) y de las demás criaturas que habitan la eternidad.

6. Sabiendo que Dios nos observa con deseos de obtener alguna bendición espiritual ¿podemos contender en un estudio de Biblia? ¿Podemos enojarnos, querer salirnos cada quien con la suya, querer tener la razón a como dé lugar, querer ser jueces de nuestros hermanos y decir quién tiene y quién no tiene la razón, quién entiende o no entiende como nosotros, y por lo tanto, quién está equivocado y quién no? ¿Acaso no sabemos que el amor es más importante que la verdad? Ro 3.20, I Cor 8.1 Más bien consideramos a los demás superiores a nosotros mismos y les damos más honor a los miembros más débiles (si es que hubiera alguna debilidad en la sabiduría de Dios).

7. Luego entonces ¿no hay nada qué corregir? Y si lo hubiera ¿a quién le corresponde corregir? Obviamente, a la Escritura, II Tim 3.16 y al Espíritu Santo, Jn 16.13 y a Dios mismo. Jn 6.45 Pero si algún miembro de la iglesia tuviera que corregir ¿quién quiere (en el peor de los casos) causar pena, dolor, enojo, malestar, rencor, o enemistad a un hermano por causa de su corrección? Si el amor es más importante que el conocimiento, Zapatero, a tus zapatos.