¿Cómo se hace uno cristiano? Hacerse cristiano es lo mismo que cumplir el propósito superior para el que se nació. El que vive sin propósito es como un cerdo mimado. Se alegra cuando oye decir que al día siguiente le van a dar chicharrón. El que vive sin propósito es como el que dice:
Bueno es saber que los vasos
nos sirven para beber
lo malo es que no sabemos
para qué sirve la sed.
Encontrarle propósito a la vida es encontrar el camino por donde se quiere andar en la vida. Pero el propósito que se busca no es el que el individuo escoge a su gusto, sino el que le es impuesto desde arriba. Descubrir y cumplir ese propósito es la tarea humana. El cumplimiento de ese propósito divino es la medida de nuestra conciencia como humanos, de nuestro éxito como individuos, y de nuestra paz y contentamiento en la vida. No se puede construir una vida que valga la pena sin descubrir ese propósito divino.
En la vida andamos muchos caminos y a veces creemos hacer camino al andar. Cuando encontramos otros que siguen el mismo camino nos sentimos consolados y fortalecidos. Algunos escogen el camino del dinero, otros el de placer, y otros cualquier otro camino. Pero no es el andar lo que importa, sino el llegar. Pero hay algunos que descubren que el camino que seguían no es el que querían, sino el que creían querer. Entonces, se detienen a pensar:
Ay del noble peregrino
que se para a meditar
después del largo camino
en el horror de llegar.
Otros sólo descubren que andaban en el camino equivocado cuando llegan a un final:
“Ay del que llega sediento
a ver el agua correr
y dice: “La sed que siento
no me la calma el beber”.
Otros, se consuelan con el pensamiento de que disfrutaron la vida y de que al fin y al cabo cuando se mueran se van a llevar “Nomás un puño de tierra”. Pero ése es un consuelo vano, porque el polvo que fuimos, seremos; y eso no tiene vuelta de hoja.
El camino cristiano va más allá de este triste final; es el camino de la vida eterna. Es el camino de esa pequeña semilla de mostaza que crece y se convierte en árbol, el camino de la santidad. Es el camino que se nos ofrece desde arriba. Lo tomamos o lo dejamos. No hay término medio. Es un camino que se anda de por vida, con contentamiento. Por lo tanto, el que lo tenga, que no lo deje. Encontrará a su lado muchos como él que también andan en ese camino, y será consolado y fortalecido. En ese camino Yo pienso perseverar en ese camino el resto de mis días.
Y así es como uno se hace cristiano.
NOTA: Los versos son de Antonio Machado.
lunes, 8 de junio de 2009
lunes, 1 de junio de 2009
Alamanda o Copa de Oro
Allamanda, no te pongas
Ese vestido amarillo
¿Qué no conoces el dicho?
¿Qué no entiendes la modestia del jazmín?
¿Qué no entiendes la molestia de la rosa?
¿Qué no entiendes que no entiendes?
Ese vestido amarillo
¿Qué no conoces el dicho?
¿Qué no entiendes la modestia del jazmín?
¿Qué no entiendes la molestia de la rosa?
¿Qué no entiendes que no entiendes?
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