Una apreciación personal
El Salmo 1 es el primero de tres anónimos y 22 de David con los que se inicia este libro. (Ver Títulos de los editores) Dado que un salmo es una expresión literaria, un poema lírico con música para cantar, entendemos, por una parte, que en esos salmos David quería expresar lo que había en todo su ser; NOTA [1] y por la otra, que David tenía la intención artística del escritor, que tiene algo que decir y lo dice exactamente como lo quiere decir. Es un salmista en quien lo humano y lo divino forman un todo integral, inseparable e individual. Sus salmos son una expresión lírica y autobiográfica, y nos permiten conocerlo en lo íntimo de su ser, y en la relación interactiva que mantiene con Dios y entre Dios, el mundo exterior, y su mundo interior.
El Salmo 1 compara justos con pecadores; los que tienen su delicia en la ley de Jehová y los que hacen escarnio de ella. Qué contraste. Los justos, árboles plantados junto a corrientes de agua; los pecadores, tamo que arrebata el viento. La piedad o impiedad hacia Jehová, y la respuesta de Jehová: “Jehová conoce el camino de los justos, mas la senda de los malos perecerá”.
En los salmos de David también es frecuente este tema, este contraste entre justos y pecadores. Los justos ponen su confianza en Jehová; Sal 3, 4 por lo tanto, no le temen a sus enemigos ni necesitan escapar al monte como aves asustadizas; su corazón está en esa rara placidez que conocemos como ‘el reposo de Jehová’.Sal 11 El justo acude a Jehová y pide protección, Sal 5, 17, 20 ayuda, Sal 12 , 13 victoria Sal 20 y la destrucción de los malvados. Sal 10 Conociéndose, pide vindicación, Sal 7 misericordia, Sal 6 y perdón; y que Jehová lo dirija y le muestre sus caminos. Sal 25
Estos variados sentimientos son estados de ánimo por los que va pasando la vida de David, que no es un superhéroe impasible a quien no le afecten los sucesos terrenales. Es un ser humano física, anímica y espiritualmente. Es un hombre de carne y hueso en quien Dios ha puesto un soplo o espíritu de vida. Y así lo vemos, con cambios y variaciones según las circunstancias por las que atraviesa. Tiene momentos apacibles, serenos y hasta sublimes; y tiene momentos en los que la angustia y el temor lo afligen. Pero sabe que Jehová lo sostiene; de otra manera, se derrumbaría totalmente. Es un hombre común y corriente, cuyo mérito es la fe que pone en Dios. Por eso le pide ayuda. Sus salmos son gritos de angustia que una vez proferidos renuevan su confianza en Dios. Sal 22
En el Salmo 22 aparecen angustia y confianza en el mismo momento y estado de ánimo por el que transita David. Jehová parece responder sin tardanza, pero eso no lo sabemos. Más bien, David, sabe como Isaías que ‘los que esperan en Jehová, nueva fuerza tendrán; volarán con poder, como el águila’. Is 40.31 Y por eso confía y espera en Jehová. En esta variedad de estados de ánimo actúan también inseparablemente los elementos de su ser. Sufre su carne, la parte humana de su ser; pero el espíritu de vida, la parte divina que hay en él, siempre tiene la última palabra. Cuando siente angustia, eleva su voz, y casi sin transición aparece la confianza: “Pero tú eres santo”, Sal 22.3 pero tú eres Dios. Y esa es la lección. Nuestra alma podrá arrastrarnos por el polvo de la angustia y la humillación; pero el espíritu puede levantarnos de entre el polvo, si tan sólo elevamos nuestra alma, no hacia los montes, Sal 22 sino hacia el Señor. A ti, oh Jehová, elevaré mi alma. Sal 25.1
[1] Y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo. I Tes 5.23 El ser es indivisible, pero por conveniencia podemos hablar de lo humano y lo divino del hombre, es decir, su cuerpo y alma, por una parte; y su espíritu, por la otra. O, con mayor brevedad, su carne y su espíritu. VER Sal 1, oración por ICCO.
El Salmo 1 compara justos con pecadores; los que tienen su delicia en la ley de Jehová y los que hacen escarnio de ella. Qué contraste. Los justos, árboles plantados junto a corrientes de agua; los pecadores, tamo que arrebata el viento. La piedad o impiedad hacia Jehová, y la respuesta de Jehová: “Jehová conoce el camino de los justos, mas la senda de los malos perecerá”.
En los salmos de David también es frecuente este tema, este contraste entre justos y pecadores. Los justos ponen su confianza en Jehová; Sal 3, 4 por lo tanto, no le temen a sus enemigos ni necesitan escapar al monte como aves asustadizas; su corazón está en esa rara placidez que conocemos como ‘el reposo de Jehová’.Sal 11 El justo acude a Jehová y pide protección, Sal 5, 17, 20 ayuda, Sal 12 , 13 victoria Sal 20 y la destrucción de los malvados. Sal 10 Conociéndose, pide vindicación, Sal 7 misericordia, Sal 6 y perdón; y que Jehová lo dirija y le muestre sus caminos. Sal 25
Estos variados sentimientos son estados de ánimo por los que va pasando la vida de David, que no es un superhéroe impasible a quien no le afecten los sucesos terrenales. Es un ser humano física, anímica y espiritualmente. Es un hombre de carne y hueso en quien Dios ha puesto un soplo o espíritu de vida. Y así lo vemos, con cambios y variaciones según las circunstancias por las que atraviesa. Tiene momentos apacibles, serenos y hasta sublimes; y tiene momentos en los que la angustia y el temor lo afligen. Pero sabe que Jehová lo sostiene; de otra manera, se derrumbaría totalmente. Es un hombre común y corriente, cuyo mérito es la fe que pone en Dios. Por eso le pide ayuda. Sus salmos son gritos de angustia que una vez proferidos renuevan su confianza en Dios. Sal 22
En el Salmo 22 aparecen angustia y confianza en el mismo momento y estado de ánimo por el que transita David. Jehová parece responder sin tardanza, pero eso no lo sabemos. Más bien, David, sabe como Isaías que ‘los que esperan en Jehová, nueva fuerza tendrán; volarán con poder, como el águila’. Is 40.31 Y por eso confía y espera en Jehová. En esta variedad de estados de ánimo actúan también inseparablemente los elementos de su ser. Sufre su carne, la parte humana de su ser; pero el espíritu de vida, la parte divina que hay en él, siempre tiene la última palabra. Cuando siente angustia, eleva su voz, y casi sin transición aparece la confianza: “Pero tú eres santo”, Sal 22.3 pero tú eres Dios. Y esa es la lección. Nuestra alma podrá arrastrarnos por el polvo de la angustia y la humillación; pero el espíritu puede levantarnos de entre el polvo, si tan sólo elevamos nuestra alma, no hacia los montes, Sal 22 sino hacia el Señor. A ti, oh Jehová, elevaré mi alma. Sal 25.1
[1] Y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo. I Tes 5.23 El ser es indivisible, pero por conveniencia podemos hablar de lo humano y lo divino del hombre, es decir, su cuerpo y alma, por una parte; y su espíritu, por la otra. O, con mayor brevedad, su carne y su espíritu. VER Sal 1, oración por ICCO.
1 comentario:
Dios los bendiga.yo vivo en atlanta G.A, pero soy de san marcos mpio. de tonila. y quiero preguntar si ustedes predican la palabra de nuestro señor jesucristo en todas partes o solo en colima. y si es asi podrian hablarles amis padres del cristo vivo ,del salvador yo lo hago cuando hablo por telefono con ellos pero me hes un poco dificil porque el lugar donde ellos viven es un pueblo muy santero y apegado alas costumbres.
de antemano muchas gracias y que la luz de jesucristo ilumine su camino y los cubra con su sangre bendita DIOS LOS BENDIGA
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