jueves, 28 de agosto de 2008

UN PENSAMIENTO DE OSWALD CHAMBERS

LO BUENO DE LA ORACION [1]
"Señor, enséñanos a orar". Lucas 11: 1.


Orar no es parte de la vida natural del hombre. Oímos decir que se sufre en la vida si no ora. Lo dudo. Lo que sufre es la vida del Hijo de Dios que hay en él, que se nutre no con alimento, sino con oración. Cuando alguien nace de nuevo, la vida del Hijo de Dios nace en él, y el que nació de nuevo puede nutrir o desnutrir esa vida. Y la vida de Dios se nutre por medio de la oración. Los que consideramos que la oración es un medio para obtener cosas para nosotros mismos tenemos un concepto de la oración que no se encuentra en el Nuevo Testamento. La idea bíblica es que mediante la oración lleguemos a conocer a Dios Mismo.

"Pedid, y se os dará". Nos quejamos delante de Dios, o somos apáticos, pero pedimos muy poco. Pero cuando un hijo pide con sencillez de niño, ¡qué audacia tan espléndida puede tener! Nuestro Señor Jesucristo dice: "Si no os volviereis, y fuereis como niños". Pide, y Dios hará. Recomendamos: “Dale una oportunidad a Jesucristo; dale lugar”. Cuando ya no sabemos qué hacer, orar no es cobardía; más bien, es la única manera en que podremos ponernos en contacto con la Realidad. Sé sincero ante Dios y preséntale tus problemas, las cosas acerca de las cuales estás perplejo. Mientras te sientas autosuficiente, no tendrás necesidad de pedirle nada a Dios.

No es cierto que la oración cambie “las cosas"; más bien, la oración me cambia a mí y yo cambio las cosas. Dios ha constituido las cosas de modo que la oración basada en el fundamento de la redención cambia la manera en que un hombre las contempla. La oración no es asunto de cambiar las cosas exteriormente, sino de realizar maravillas en la manera de ser de un hombre.

[1] Ligeramente adaptado del libro EN POS DE LO SUPREMO, de Oswald Chambers, CCL, Colombia, 1979 p 241

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